sábado, noviembre 22, 2008

En maceta nací


Al rociar con insecticida la gardenia infestada por las hormigas, pienso en si no debería actuar con mayor sentido de la ecología. Matar hormigas con un químico que seguramente contaminará mi agua o mi comida, o la de los vecinos, y eso les acarreará mutaciones ya la larga, cáncer. Mi granito de arena a la desgracia de otros, pues también yo recibo un poco de su mierda.

Estrené peluquero en casa el pasado miércoles. Para evitar que mis cabellos ensuciaran los rincones de la casa, puse un plástico enorme en el piso. Al final me dió pereza reciclarlo. Lo tiré a la basura. Diez metros cuadrados de plástico se suman a mi herencia de plástico para las generaciones futuras. Qué me importa ¿Acaso no menos conscientes de sus actos no me heredaron las causas de mis alergias o mi seropositividad?

No contribuir al karma, dicen los budistas. Cuando escupo al cielo me pregunto si habría forma peor que encarnar en quien soy. Esta insensata oleada de pensamiento se termina al contemplar mi ámbito: es un sábado soleado en casa, el cuerpo descansado sobre el futton donde han desfilado cientos de hombres y donde he gozado de miles de orgasmos. Mis plantas están verdes y mis violetas florecen. Hay vida alrededor mío y en mi caja hedonista guardo un volumen de drogas para gozar durante un mes o acabármelas todas hoy, si así lo decido.

Y si no fuera así ¿Entonces para quiero el hígado?

jueves, noviembre 20, 2008

Sonidos del Buddha


Escucho mi respiración. Hace frío afuera donde cunden los deseos de extravío. Prefiero extraviarme en mi mente, encerrarme para que la piel no reaccione con violencia al viento helado que corre afuera. No tengo vino ni licor alguno que me ayude a soportar el aire. Respiro, froto las palmas de mis manos una contra otra para generar calor y lo aplico sobre mis ojos cerrados. Esta tarde la he tenido libre para encerrrarme en la recámara, dejando que el cuerpo se desinflame. Hay cansancio, busco relajación, silencio. Hago mi plan para que la mañana de mañana viernes transcurra rápido. Ansío la llegada del sábado. Quiero fiesta, quiero compañía, quiero placer. Ya vendrán días de hacer esfuerzo y soportar el mundo exterior. Por ahora, sólo quiero saciar mi sed de paz y dormir de un tirón.

lunes, noviembre 17, 2008

Mente alterada

Una lluvia de Leónidas ocurrió en la madrugada y sus efectos me hicieron tener mal humor y turbación esta mañana. Odio hacer cosas de las cuales arrepentirme. Odio lastimar a mis cercanos y gritar y perder el control de la mente. Después ha habido contrición, llanto, tristeza y ganas de que un dia todo esto termine. Pero me repito "¿Tengo alguna necesidad de escupir al cielo? Hay bendiciones en mi vida y lo mejor que puedo hacer es compartirlas

De nuevo el horizonte interminable


Vengo de un viaje donde volví a contemplar el horizonte que no termina. La luna me dio la bienvenida a un rcorrido por las tierras donde viví dos años y donde fui feliz pero también estuve inmerso en un aislamiento inmenso. Al volver a casa, las circunstancias indican que volveré a vivir solo y no me importa, de verdad. Será una oportunidad de renovar las relaciones que me rodean, sobre la capacidad de volver a hacerme una nueva forma de vida.

Es extraño. Despierto con un humor de pelea, de ruptura. Como si estuviera cansado de vivir en el mismo cascarón que me empuja al conformismo del encierro. Hace mucho que no lloro y pienso que es bueno desahogar la sensación de la pérdida. Vamos pues, hacia el frente.

sábado, noviembre 08, 2008

Red wine, high hopes


Grandes esperanzas en esta tarde de sábado. Deseo de que el masajista joven me haga una insinuación más obvia y yo entienda, pues su sutileza es demasiado suave para mi. Me confunde: no se si me invita a gozar de su carne, o es sólo un gesto amable. Aunque así fuera, no tendría la energía para corresponder. Me ha imprimido su fuerza en los músculosy los ha relajado. Sólo quiero volver a casa a comer.

Después de la comida me encuentro con media botella de vino que abrí la noche de antier. La música es exquisita, siempre. Cero vulgaridad. Me sumerjo en mi agujero cómodo. No hay grandes esperanzas, en verdad, quizá sólo una: la de amanecer con ganas de salir a tomar en sol en bicicleta.

Composición a cuadros


Hoy es un sábado más de convalescencia. Parezco salir de un cuadro de malestar para saltar a otro, a través de un pico de euforia. Subo y bajo. Primero la piel, luego los pulmones, luego el estómago, así. Mas también me he reencontrado con el placer del ejercicio. Es posible que mi corazón, exaltado por los latidos acelerados, haya bombedo sangre a sitios donde el mal estaba agazapado y éste se ha manifestado durante su salida del cuerpo.

Recuerdo que cuando era niño solía ser demasiado enfermizo. Muchas consultas médicas, algunas intervenciones por parte de curanderas hasta que finalmente la solución vino al beber sangre de toro fresca. Yo era de los niños asustados que hacían una fila en espera del vaso con sangre del toro que era sacrificado a la vista de nosotros, un cuchillo lo hería en la yugular y del chorro salía el líquido que nos daría salud.

Hoy leí en el diario la noticia del hombre al que le fue transplantada la médula con células de otro hombre resistente al VIH. Lleva 600 días sin la presencia del virus. La historia se repite a si misma. Mi solución será alimentarme de la médula de otro hombre. Una solución que por ahora parece inalcanzable y lejana pero que si pongo empeño puedo conseguir. Sangre de un toro sano. Otra vez.

sábado, noviembre 01, 2008

Esta noche sale el sueño

Cansado de estar encerrado en la habitación de mi convalescencia. Hoy ha salido el sol, después de varios días nublados y fríos. Después de varias noches en el hartazgo de la piel y su comezón. Hace algunas horas celebré estar vivo aún y no ser de los reverenciados este día. Bailé, sudé y bebí.