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Medicine bottle, de Red House Painters, es una de esas canciones que me acompañaron en mis veintes. Nostalgia californiana. Recuerdo que la música de Red House Painters acompañó un viaje que hice a Nueva York, cuando me aventuré a conocer Brooklyn y llegué en metro a Coney Island. Una gran música para conocer ese suburbio donde filmaron Requiem por un Sueño.
Hoy amaneció nublado en la ciudad. Una vez más desperté en la madrugada y se me fue el sueño. Esa interrupción del sueño tiene un efecto en mi consciencia al día siguiente que me gusta: melancolía, afinidad por melodías tristes, ganas de encerrarme en mi. Hoy he sentido nostalgia por la edad en que tenía 22 años y exploraba el mundo y no había sexo en él, sólo ganas de ver y volver a casa, ponerme en la máquina de escribir o sentarme a escribir en un cuaderno en un parque, o de meterme a ver películas que quizá no se exhibirán en este país. Ahora veo películas en casa.
Japanese to English es otra canción de Red House Painters, así como God kills the pain. He andado en bicicleta escuchando esas canciones, justo antes de que lloviera al mediodía. Pienso en la brevedad de mi existencia. Disfruto este sábado sin planes e inmerso en la nostalgia.
Por si no me escuchas, acércate a esta pila de amplificadores de señal. Mi voz estará ahí, emitida en distintas frecuencias de radio, en distintos idiomas, a diferentes velocidades. Esto, por si te interesa escuchar. Ya no aspiro a que me entiendas, sólo a que me prestes atención. No pretendo que estés cerca de mi, sólo que recuerdes que existo. Te escribo desde el olor de una noche partida en dos por la soledad y la ausencia de la lluvia. Amanecí sobrio, pensé en ti. Mis cuadras son reducidas, mis horizontes son estrechos. Sólo escuchame, no trates de entender.
En este insomnio los eventos del día se repiten y se prolongan en mi imaginación. Adquieren vida de nuevo y se proyectan en mi mente, se retuercen. El futuro es aterrador entonces. Se me va el sueño. Tomo un ansiolítico que en ocasiones me ayuda a dormir. Sólo logro alejar las pesadillas de ojos abiertos, que pueen ser las más terribles pues está mi razón animándolas.
Amanecer con el ego dañado es más terrible que una cruda después de una noche de desenfreno. Conocer a alguien que te hace sentir como un idiota la noche anterior y a pesar de ellos sonreir va más allá de mi esfuerzo cotidiano por sobrevivirme.Um, le doy demasiada importancia a la gente en algunas ocasiones ¿Me preocupa saberme encerrado en una ratonera y no ver futuro? ¿Se trata sólo de una trampa de mi mente ociosa?
Si el domingo durara 72 horas, si no tuviera que ver cómo las horas de hoy se desgranan como un diente de león al que se le sopla lentamente ¿Qué haría de mi tiempo libre? Dedico mucho tiempo al ocio de mirar la pantalla de la computadora, buscar amigos en línea, saber de sus vidas. Pero cuando llegan las vacaciones mi mente se libera de esa angustia y fluye hacia la escritura. Mas mis últimas vacaciones fueron muy cortas y no hubo oportunidad de irme a una montaña donde la lluvia de la tarde me habría obligado a guarecerme y escribir, escuchando las gotas sobre las tejas, ni caminatas matutinas para llenarme los pulmones de aire y renovarme. No puedo quejarme. Aunque mi domingo sea de 24 horas puedo evitarme del tedio y fugarme hacia este momento personal, a recrearme en mi y olvidar la tensión cotidiana.
Sueño con irme, con un cambio radical. No me siento prisionero de nada mas a veces quisiera mudarme de la ciudad, volver a ese tiempo en que viví solitario y en silencio en Irapuato Mas también allá padecí al aislamiento. Mi sueño es volver a Oaxaca, vivir allá cerca de mis padres, comoen vacaciones permanentes.
Tengo un calendario que indica las celebraciones festivas de diversas tradiciones. Por casualidad me enteré que hoy es Lughsana, un día marcado orla tradición celta como día de celebración por la regeneración, la maduración del fruto. Es el punto central del verano. Entonces hay motivo para una fiesta. Los días de fiesta escribo en un color vivo como el fuego.
En los días de fiesta se relaja la disciplina, la obligación de lo cotidiano.
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