martes, abril 14, 2009

Mientras tanto


Me esperan tasajo y cecina enchilada para cenar. Un vino chileno, shiraz mezclado con carbernet para preparar la lengua antes de la cena. Cumpleaños de Christina. Se aproximan días más frescos: zapatos húmedos, calcetines mojados, dedos ateridos.

Ha pasado la nostalgia por el chico que vino y no fue. Tan lindo y efímero como floración de bugambilia en el invierno de la Ciudad de México.

La vida sigue... ahora, a trabajar en pos del futuro.

lunes, abril 13, 2009

Vacía


Así era la noche cuando lo conocí. Así lucía la calle cuando iba a su encuentro. Después regresamos y me contó del queratocono que le impedía ver por el ojo derecho. Era extraño. La voz como de alguien quien vive en otro tiempo. Y su charla era distinta a la de muchos que conozco. Hablaba de mundos lejanos en el tiempo, antiguos y extintos. Era su pasión.

Más tarde nos contamos de la arqueología personal. Era más de media noche, era un tiempo que usualmente no era el nuestro. Hacía mucho calor en la casa. Aún no iniciaban las lluvias.

Al día siguiente me acompañó al trabajo. Era su primer lunes de vacaciones. Yo apenas dormí. Las demás noches dormí bien, aunque preso del desencanto. Lo bueno es que estoy acostumbrado y ya no duelen los mensajes que no responde.

Yo le dije que era dificil. Quizá le asustaron tantas historias ocurridas cuando se tienen cuarenta años.

La calle luce vacía.

domingo, abril 05, 2009

Fantasía paranoide

Entonces viene el diablo bajo la forma de un joven hermoso. Me tienta a tocarlo. Bebo de su fuente. Caigo en la embriaguez.

Al despertar está un desierto a mi alrededor. Yo en una columna, que nadie me alcance, que el mundo no tenga sombras.

Viene el diablo otra vez. Ya está dentro de mi.

Luz


Primer día de horario de verano. Hace calor. No hay agenda. Esta mañana no había ánimo para estar despierto. Por eso dejé el cuerpo dormir más. Que mi consciencia estuviera ausente de un mundo en que el continúo vivo por inercia.

Hace unos meses, en Zipolite, soñé que era un muerto que no se había percatado de su final y permanecía en un limbo que creía era su vida. Una idea que no descarto del todo, sigo aquí vivo porque mi propia muerte me pasó desapercibida y mi concepción de la realidad seguió de la largo, continúa trenzando eventos y dando cuenta del paso del tiempo. No tengo pruebas tangibles de mi propia existencia, ni de que mi alma esté en pena. Mi vida es una ilusión y siempre ha sido así. Por lo tanto, no hay temor ni sorpresa ante las manifestaciones de la luz vital.