domingo, enero 24, 2010

Buenos días, tristeza

Ignoro cuál es la causa de la tristeza que me atacó esta mañana. Sin ganas de despertar, sólo dormir todo el día y quizá no saber más de mañanas. El hambre me obligó a levantarme del futton y prepararme el desayuno. Poco a poco fueron apareciendo sospechas sobre las causas ¿Una práctica de yoga intensa que removió restos emocionales? ¿El acto de magia involuntario que consistió en deshacerme de ropa vieja?

Ya es mediodía del domingo y después de una caminata mi humor ha mejorado. No me gusta que enero sea tan soleado. Ojalá y no sea anticipo de otro año seco. Rezaré por la lluvia.

lunes, enero 04, 2010

4 de enero de 2010

Hoy quiero brindar por los diez años de "La Tesis Doctoral", un libro que me reconcilió con mi pasado estudiantil y el presente de esos días. Un libro que recoje mis impresiones de la época, días turbulentos llenos de droga y sexo desenfrenado. Entonces el desencanto reinaba en mi ánimo y sólo el acto de renuncia de mi doctorado me salvó de una amargura que quizá aún permearía en mi vida. Un libro liberador donde saqué toda la ideología y patrañas que tenía en la cabeza. Un libro que es una purificación tras demasiada intoxicación en el ser.

Hoy no me atrevo a leerlo. La última vez que lo hice encontré algunos atisbos de ridiculez por algunas de las ideas vertidas ahí. Con el tiempo mehe vuelto menos radical y más centrado en mi opiniones. Me he convertido en un hombre que calla mucho y escribe menos, mas que sigue viviendo con intensidades discretas pero no por ello tímidas.

¿Qué pasó en estos diez años? Inmediatamente después de la escritura y entrega física de "La Tesis Doctoral" a mi tutor y amigos cercanos (hice una edición en fotocopias, engargolada y empastada con un diseño personal), me puse a escribir en formato de aforismos aquellos residuos de ese mes de éxtasis y mota que marcó mi vida en un parteaguas: mi vida antes del año 2000 y lo que vendría después. De ese segundo libro creo que aún mantengo una copia. Ese me pareció impublicable y sólo regalé una copia a mi ex-tutor del doctorado. Me recuerdo en esa época: estaba un poco obeso, seguía fumando mota a diario y buscaba sexo compulsivamente. A los seis meses hice un viaje en auto al que llamé "Por los Cuatro Puntos Cardinales": Real de Catorce hacia el Norte, Durango hacia el Occidente, Mazatlán hacia el sur y San Blas hacia el poniente. La Ciudad de México fue el punto de origen y destino de ese viaje irregular donde tuve cuatro compañeros en distintas fases: del origen y hasta Durango, Juan de Avila; en Durango, Celia López -mi amiga bióloga, experta mundial en murciélagos del desierto-; Roberto de la Torre, quien me alcanzó en Durango y me soportó en el viaje de regreso, y un chico boy scout a quien di aventón de Morelia a Ixtapaluca, en la fase final del viaje. El viaje tuvo escalar en Real de Catorce, Matehuala, Durango, Mazatlán, Mezcaltitán, San Blas y Pátzcuaro. Lo llamé "De los Cuatro Puntos Cardinales" después de hallar, en un magnífico restorán de San Blas, una brújula montada en la barra de servicio.

Mi vida disipada siguió hasta que tuve un fuerte ataque de colitis cuyo tratamiento duró ocho meses. Después de esa tortura incesante, en la que deseaba fumarme un cigarro de mota, echarme una tacha o, por lo menos, beber una taza de café, comprendí que era mi mente desordenada la que necesitaba tratamiento también. Decidí aprender a controlarla y recurrí al Yoga, que desde entonces acompaña mi vida y me ha auxiliado en ese proceso difícil de salvarme de mi mismo.

Han pasado muchas más cosas desde entonces. Mis exabruptos en la fase de crecimiento me llevaron a vivir a Irapuato por un par de años, y fue durante ese periodo en el que profundizé mi exploración del Yoga y de mi mismo. Aprendí a pasar el tiempo en mi compañía y a convivir con mis adicciones sin llegar a lastimarme a mi y a los otros. Sigo en esa forma de vida. Nadie ha dicho que es fácil saber distinguir los límites personales del espacio de los otros. También he tenido periodos en los que me he sumergido en el aislamiento, en la tristeza y la inacción, pero también he sabido sobrevivir a muchos embates producto de mi alocada vida y he actuado cuando he debido hacerlo. No soy perfecto ni pretendo serlo. Temo caer en fanatismos, ideas preconcebidas y seguir doctrinas que mi razón cuestiona. A veces resbalo. Vivo en casa de jabonero.

Hace unos días extravié todos mis documentos de identidad en un exabrupto de los que en ocasiones suelo caer. Estar sin papeles de identidad ni permiso de conducir, crudo, en el proceso de limpiar una de las casas que mi padre construyó con dinero de mis ahorros me hizo cavilar en el sinsentido de mis resbalones. Pronto cumpliré 41 años. En ocasiones visiones catatróficas del futuro me impiden dormir en paz. Me veo viviendo en un país jodido por sus gobernantes y la desidia de sus pobladores. Ya no pienso en revoluciones románticas que transformen esa realidad y me encierro en mi espacio, donde ahora he decidido pasar unos días de vacaciones.

Hoy he querido celebrar de esta manera.

¡Salud!