Ese amigo murió de forma fortuita. Se fue como quien se muda a un país lejano y no volverá, como un fugitivo que borra su rastro para evitar ser recapturado. Fue dolorosa esa partida, sin adiós.
Hoy voy a recordar que hace dos años lo conocí. Lo velaré este otoño al que sólo se le reconoce por la luz y no por la temperatura. En silencio.