sábado, julio 29, 2017

Días después

Han pasado casi once días naturales de que se fue. La triztesa ha tomado nuevas formas de manifestarse: el sobrepeso por la ingesta ansiosa de alimentos, el transtorno en las rutinas del sueño, un poco los gustos musicales y también la apertura a el trato distinto con las personas. Más tolerancia, más tiempo para escuchar. Se han ido las lágrimas. Todas esas emociones desbordadas fueron arrojadas junto con las cenizas y la urna a la barranca designada. El sitio del reposo final no es una tumba, sino un paisaje que hoy en dia es verde y tiene agua en el arroyo. En unos meses será una cañada seca y volverá a ser verde otro día. No es un altar definido: es un escenario anorme, abierto, sujeto a las fluctuaciones del clima. Un sitio donde a mi me gustaría que también acabaran mis restos.

No me he sentido solo. Se que marcando un número encontraré a otros. Los que me han acompañado en el trance de la distorsión visual que sucedió al evento. Ahora que cuento los detalles me percato de la intensidad de los mismos, del desgaste físico y emocional que implicó, y de cómo seguí adelante sin caer. Aceptar los hechos y dejar que ocurran ha sido mi terapia. Evito retener, repetir el vicio de querer que las cosas sigan ocurriendo de la misma manera. Ya no es posible. 17 años de mi vida se fueron en esa cañada.

miércoles, julio 19, 2017

Siempre fue más listo que yo.

Su cadáver reflejaba alivio, paz.

Los últimos días habían sido un tormento y yo no me había dado cuenta. Yo sólo buscaba una solución que le permitiera salir de la crisis y que la vida volviera a su normalidad.

El ya había decidido otra cosa. 

Había intentado el suicidio y no fue opción. Maquinó cómo escaparse de una vida que ya no le era satisfactoria ni le brindaba expectativas de un mejor futuro.

Yo no me di cuenta. Siempre fue más listo que yo.

Hoy es mi noche en vela personal, dedicada a él. Con música que el habría degustado también. Yo más en paz tras darme cuenta que no lo quería soltar. 

Hablamos dos días antes sobre su solicitud de que lo dejara asomarse al abismo. Prometió que podría detener su impulso autodestructor. Lo dejé ir. Corrí el riesgo. 

Siempre fue más listo que yo.

Entendí lo que buscaba hasta que ví cerré los ojos de su cadáver. Su rostro estaba en paz. Al fin se había liberado de sí mismo y de la prisión en la que vivía.

Lo entendí horas después.

Reflexiono sobre esos últimos días y me planteo muchas preguntas acerca de qué haré yo a partir de ahora. Podría empacar mis cosas e irme a mi tierra y reinventarme una nueva vida. Podría quedarme donde estoy y seguir haciendo lo mismo, dejando que otros aranquen un pedazo de mi. O podrìa hacerme más fuerte y convertirme en otro esta vez de verdad.

Sólo quiero tener presente que el siempre fue mas listo que yo y supo administrar todos sus recursos para salirse con la suya.