A los perros del rancho se les amarra cuando hay fiesta y se les suelta cuando la casa está sola
A los perros de mi rancho les amarro para que siga la vida y les olvido cuando respiro De repente aparecen, pues son consecuencia del olvido del dejarme arrastrar en la vida cotidiana. ¿Me son familiares esos perros? Son espejos son mi reflejo babeo, ladro, muerdo. Soy como ellos
Cntemplo mi panza inflamada después del tratamiento contra los parásitos. Mi mente aún presenta efectos secundarios de la intoxicación de la quinfamida con el efavirenz. Salí a anadar en bicicleta y ese ejercicio me despertó un fuego extraño. Usé esa flama para hacer yoga y prepararme para el viaje hacia mi vida interior. Voy pasando varias etapas en e proceso y voy descubriendo que si no hay creatividad en mi vida me autodestruyo.
No encuentro el cable que transfiere los archivos del teléfono a la laptop. Trato de serenarme mientras aparece.
Se presentan nuevos retos: hay que romper los esquemas previos para que ocurra una renovación. Tan sencillo como la lógica del jardinero: hay podar a las plantas después del verano, prepararlas para un otoño feliz y un invierno seguro.
Un gran masaje sueco anoche me ha tumbado en la cama, dealentando cualquier intención de desmadre. Ha tenido la virtud de expulsar de mi cuerpo gases acumulados durante días así que por mi boca han pasado de nuevo los saborea (fermentados ahora) de comidas y cenas pasadas. Luego he tomado una dosis de antiparasitarios, que se ha combinado con la dosis nocturna de efavirenz para proporcionarme un sueño vívido en el que me veo atrapado en el seno de una película de superhéroes en tercera dimensión.
El domingo inicia a las 9 de la mañana. Ya casi son las once. El auto que meha acompañado durante once años caduca esta noche y ya no podré usarlo con libertad. No me gusta la idea de comprar un auto nuevo pero siempre es bueno tener uno disponible para viajar en carretera o por si hubiera alguna urgencia en casa. He decidido hacer un upgrade, así que compraré uno con más comodidades. No lo usaré mucho en la ciudad, pero su mera existencia me empujará a salir los fines de semana lejos de este barrio donde he convalecido los últimos meses un mal que está a punto de desaparecer.
Lejos, en el Oceáno Indico, en islas, con arena en los pies. Quizá aburrido al tercer día de esa paz y con ganas de volver al frenesí de la ciudad. Tal vez, y más probable, deseanso enterrarme en la arena de allá y desear fundirme en el mar.
Es domingo y es un día de aquellos en los que me pican la cresta.
Reflexiono en si vivo mi vida como un enfermo y todo girando alrededor de ese pensamiento tan mierda en un mundo como éste, donde lo sano es lo que gana y lo enfermo es despreciable. Como si los demás no fueran también enfermos mentales como yo.
Tuve días con momentos tristes como el relatado en el video. Se han ido tras mucha dedicación y empeño. Continúo en el difícil camino de hallar el equilibrio entre la fiesta, el trabajo, el descanso y la práctica de la vida. Duermo muchas horas.
Algunos días, los menos hoy en día, amanezco con ganas de acabar con mi vida. Otros, la mayoría, me subo en el tren del trabajo para enajenarme con él y olvidar. En días reciente he tenido buenos días y mejores noches en compañía de un chico que me acepta como estoy. La mente me traiciona. Algún resquicio de ella se rebela ante la bendición de su existencia.
Carla Bruni interpreta "Those Dancing Days Are Gone", canción basada en un poema de William B. Yeats:
Come, let me sing into your ear; Those dancing days are gone, All that silk and satin gear; Crouch upon a stone, Wrapping that foul body up In as foul a rag: I carry the sun in a golden cup. The moon in a silver bag.
Curse as you may I sing it through; What matter if the knave That the most could pleasure you, The children that he gave, Are somewhere sleeping like a top Under a marble flag? I carry the sun in a golden cup. The moon in a silver bag.
I thought it out this very day. Noon upon the clock, A man may put pretence away Who leans upon a stick, May sing, and sing until he drop, Whether to maid or hag: I carry the sun in a golden cup, The moon in a silver bag.
Creo en la posibilidad de la transformación de la vida a través de los actos sicomágicos.
En éste, me exorcizo del autoestigma infligido por la evidencia física de mi enfermedad. Realizo que la canción del fondo la tengo grabada en un espacio de mi mente y ha regresado 10 años después de haber marcado un periodo de desdicha previo.
Pólvora en los ojos. No puedo dormir más con la cabeza en llamas. La noche de anoche terminó con el deseo de abrazarte pero no pude tocarte siquiera. Sólo imagino tu piel morena y me limito a sonreir. Maldita sea. Deploro mi suerte como pocas veces. Soy tonto porque te vas te vas y te vas y yo estaré sin verte.
¿Vienes en viernes, Viernes? Alimenta mi isla con tu presencia. Señala un espacio vacío junto al mío donde puedes dormir. Sueña de nuevo con el fin del mundo y grita, explota contra ese universo que traes en la cabeza y que quiere crecer.
¿Sales de noche, Viernes? Los bares de la ciudad nos esperan. Luces y miradas, cabellos acicalados, cuerpos que exhalan el perfume de ese deseo que nunca cesa. Suben las luces, sube el rumor de la noche y durmamos antes que el amanecer nos despierte los ojos.
Mi cuerpo huele a ti y así olerá el resto del domingo. Dormiré con esa aura en las mismas sábanas donde nos hemos pertenecido varias horas. Dejaré que mi mente olvide los fantasmas que circundan este vínculo.
Antes de dormir hoy te pido que comas más de mis frutos, son tuyos. Devóralos hasta saciarte.
Ya ni siquiero creo en el milagro del amor. Sólo se que la acidez de tu saliva ha cauterizado mis heridas y por ello sanan más rápido. Tu calor descongela mis carnes magras y me amoldo a ti para dormir y no soñar. Eres mi pequeño.
Te soñé muchas veces y no eres lo que esperaba. En eso reside el milagro.