Ya ni siquiero creo en el milagro del amor. Sólo se que la acidez de tu saliva ha cauterizado mis heridas y por ello sanan más rápido. Tu calor descongela mis carnes magras y me amoldo a ti para dormir y no soñar. Eres mi pequeño.
Te soñé muchas veces y no eres lo que esperaba. En eso reside el milagro.
1 comentario:
ay güey... ¡...!
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