
Ya no me enamoro co solía hacerlo en mis veintitantos años, pero conozco hombres que me encantan. Disfruto de su compañía y soy feliz, aunque no tenga sexo con ellos. Mirar su ingenuidad y el mundo que les muestro y ellos, con ojos abiertos, me admiran, es mejor que un orgasmo ordinario conseguido con cualquiera de abunda en internet. El mundo es más ancho otra vez. Y puedo soñar sin que la experiencia sea pesadilla. Así es mi madurez.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario