Tengo ganas de despertar y sentir un cuerpo cálido junto al mío. Soy estúpido al pensar que todo será caricias y besos, que la ansiedad del sexo la guardaremos para otro tiempo. Pero no existe alguien asi, doy por hecho. Mas aquél que podría ofrecerle placeres corporales está temporalmente abducido por las huellas de una enfermedad crónica, incurable y letal.
Me miro en el espejo y no me veo tan mal. Este fin de semana quiero un poco más de vino y drogas que el anterior, un exceso de vigilia, un sueño agotador que me renueve para el siguiente ciclo de los días.
Mi vida se ha convertido en eso: ciclos de días de descanso y de trabajo. Días grises, los llamo. Mi vida gris ¿Era posible ser luminoso el resto de la vida como era hace veinte años? ¿O soy plata que es menester pulir?
Afuera ha ocurrido el carnaval de los otros homosexuales, una fiesta en la que nunca he participado. Ni temor a ser descubierto ni vergüenza. Sólo no formar parte, no tener identidad con ellos más allá del gusto sexual. He preferido quedarme en casa con música coral que describe la ilusión del amor hacia el final del medioevo. Lindas voces. Me serenan.
Hablo palabras lindas con uno o más extraños. Quiero besar al que me lo permita y quiero viajar con él hacia el interior de nuestras mentes. Me cansan los viajes solitarios que he emprendido estos fines de semana. Quiero compartir el vino y el ajo. Quiero un beso, un contacto (he de repetirlo más para que se me cumpla el deseo).
1 comentario:
conmovedor por sincero. ese es el mr. shoga q conozco. pero, ¿se ha dicho las cosas tal cual son? La sinceridad plena con uno mismo es un terreno fangoso.
joselo.
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