
Un Buda, una señal, un recuerdo, una forma de decirme: ey, esa no es la vía. Entonces me resguardo en mi cuarto, acostado en mi cama, me refugio en la lectura de periódicos, revistas, libros, como quien espera que pase el mundo alrededor sin más consecuencia, como en un eterno sábado fuera la vida.
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