domingo, agosto 31, 2008

Masaje, sueños de efavirenz y tedio dominical

Un gran masaje sueco anoche me ha tumbado en la cama, dealentando cualquier intención de desmadre. Ha tenido la virtud de expulsar de mi cuerpo gases acumulados durante días así que por mi boca han pasado de nuevo los saborea (fermentados ahora) de comidas y cenas pasadas. Luego he tomado una dosis de antiparasitarios, que se ha combinado con la dosis nocturna de efavirenz para proporcionarme un sueño vívido en el que me veo atrapado en el seno de una película de superhéroes en tercera dimensión.

El domingo inicia a las 9 de la mañana. Ya casi son las once. El auto que meha acompañado durante once años caduca esta noche y ya no podré usarlo con libertad. No me gusta la idea de comprar un auto nuevo pero siempre es bueno tener uno disponible para viajar en carretera o por si hubiera alguna urgencia en casa. He decidido hacer un upgrade, así que compraré uno con más comodidades. No lo usaré mucho en la ciudad, pero su mera existencia me empujará a salir los fines de semana lejos de este barrio donde he convalecido los últimos meses un mal que está a punto de desaparecer.

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