domingo, noviembre 06, 2011

He came

Vino a casa con toda la prontitud que la libido presta a las almas. Mas también le movía el entrar a mi casa, tocarme y emitir su diagnóstico: soy alguien que no se perdona a si mismo. Ja. Seguro que si no le hubiera confesado sobre mis dudas sobre la pràctica de Yoga que se imparte actualmente, si no hubiera sido crítico con uno de sus sustentos, el diagnóstico habría sido distinto.

Sólo vio de mi la lujuria del treintañero insatisfecho que todavía me habita.

Vio en mi, pensando que era yo, la ansiedad que oculta en su mente con sus respiraciones profundas y mantras.

Es posible que yo sea arrogante, pero la arrogancia del visitante no me impedirá el sueño.

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