La ausencia de agua te alejó, ángel. No tengo mar ni lago ni arroyo donde refresques tu sed, no cuando vienes con el polvo de las estrellas a embriagarme, no así. Habrá mar alrededor nuestro cuando vengas de nuevo, con los pies en la tierra, sin alas, sin expectativas. Entonces te mostraré los acantilados y las playas, la arena.
El oro será nuestro.
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