sábado, septiembre 28, 2013

Pyramids tonight

Debo sumergirme en la profundidad de la droga y el alcohol, alimentado de imágenes y cierta música, para invocar tu recuerdo. Ya no marcaré tu teléfono ni dejaré mensajes amenazantes en tu buzón, ese periodo de rencor adolescente fue una sola hora ingrata en la que me dejé llevar por la rabia. Ya no. Ahora es sólo la nostalgia de recorrer el Eje 3 Sur en la soledad de la noche, guiado por las cintas que indican mi carril, a 90 kilómetros por hora, escuchando ese insólito disco de Frank Ocean que me inyectó de sensibilidad la visión del mundo, que me abrió los ojos y me sacó de mi encierro y enajenación de tanto minimal autista.

Pensándolo bien, fue ese encierro lo que me acercó a ti. Ese silencio mío, esos fines de semana dormido, aletargado, nada de eso es despreciable pues fue ese tedio el que me impulsó a buscarte, acuciado por tus fotografías en internet, por lo que los demás decían de ti. Luego ocurrió esa confidencia sobre tu necesidad de escapar por una noche de la vida que aparentemente eras muy feliz. Esa grieta por la que te escapaste y viniste a mi, en medio de la noche, sin tocar la puerta, descubriéndome en mi rutina de soledad y autodestrucción. Y hablamos, hablaste tú, sobre todo, y al final te levanté de la silla y te saqué a bailar y bailamos y nos embriagamos y nos drogamos. Ese fue el principio de todo.

Te olvidé pronto, porque sabía que aún seguirías en tu historia personal. Te olvidé entre mis viajes fuera de México vía Panamá hacia muchas partes. Mis viajes de martes a viernes, maleta negra compacta, placeres de duty free para gozar en silencio y en solitario. Resignado a resistir.

Hasta que reapareciste.

1 comentario:

josé luis dijo...

¿En qué va? Creo que da para mucho. ¿Escribiste más?

Por cierto, no has actualizado desde 2013...

Saludos!