Después del invierno y sus tribulaciones el sol calienta la tierra de forma tal que crecen botones dispuestos a florecer.
No importa que la piscina este vacía y los azulejos se resquebrejen por la resequedad, está el sol y aunque calcine al pasto con sus rayos, siempre hay un chorro de agua para regar las plantas que exhiben su florecer
Suena la música buena como bálsamo que entra por las orejas, aderezados por el trino de pájaros que desean reproducirse. La vida seguirá aunque yo sea banquete fétido para gusanos.
sábado, marzo 29, 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario