sábado, marzo 15, 2008

Historia del Bioterror-4


Entonces abrió los ojos y vio demasiada gente en todas partes: familias invadiendo la soledad de sus jardines, grupos de adolescentes comiendo en las banquetas, muchos niños haciendo ruido en las calles vacías dela Semana Santa. Ni intentó evitar el sentirse presa de cólera ante el mundo saturado. Le molestaba la basura que veía en sus paseos, obiaba los puestos de comida rápida, la música popular a todo volumen, los malos hábitos de urbanidad de sus coterráneos. No dejaba de pensar en que todo eran manifestaciones de la explosión demográfica que de niño le hablaban en la escuela, de los riesgos de escasez de agua, de destrucción de las reservas naturales, de la gestación de eternos basureros. Un día vio que esa visión catastrófica se aposentaba en su cotidianeidad y le pareció insoportable. Deseó tener una metralleta para asesinarlos a todos, quiso ser el monstruo que deja secuelas en sus testigos, deseó matarse. Comenzó a soñar con su suicidio mas su conciencia de las cosas le empujó a desearse una muerte útil, reinventar el ícono del monje que se incendia en la calle más populasa de Saigón en 1967. Convertirse en un símbolo de un mensaje sublime, de un ideal que abogara por el cambio del rumbo de la Humanidad. Pero ¿qué ideal podría merecerse tal muerte? ¿La bandera de los pobres, tan olorosa a podredumbre? ¿Alguna religión lo merecía acaso? ¿Alguna sacrosanta ideología política? ¿La causa ecológica? ¿La de quién? Otra pregunta le inquietaba: ¿Su corazón quedaría intocado por el fuego como el de los bonzos sagrados?

No era budista, ni pretendía serlo. Algunos conceptos del budismo como concebir la realidad producto de un sueño o el vacío le eran afines, pero despreciaba la actitud de compasión budist. Björk en una canción decía "I am not a fucking buddhist but this is enlightment" y él tomo como suya dicha declaración. Su iluminación personal, su atisbo a la realidad.

Pero la realidad que parecía podía controlar le había jugado una mala pasada y ahora se sentí reducido al uso de antirretrovirales y vivir las consecuencias de sus efectos secundarios: pesadillas intensas que le cortaban el sueño en la madrugada, acción febril de su cuerpo que le consumía la energía vital que antes derrochaba en el sexo, estados de humor que lo llevaban a querer ser una suerte de vampiro que lograra reemplazar su sangre infectada con la sangre de otros. Esta era la manifestación de su líbido. Observaba los movimientos de los jóvenes, observaba los músculos traslucirse bajo la ropa y los rasgos juveniles ¿Por qué no ser como Miriam, la vampiro de The Hunger, vivir eternamente alimentándose de sangre, ser inmune al tiempo, ser dueño de la belleza? Se vio a si mismo convertido en un caníbal de adolescentes que logra superar la dependencia a los antirretrovirales a cambio de un hábito que le daría energía para crear un mundo a sus deseos.

Todo esto lo sueña, todo lo sueño. Es el mundo en que pienso.




No hay comentarios.: