sábado, marzo 08, 2008

Historia del Bioterror-3


La tristeza es azul en inglés, y de ella están colmadas las últimas horas de los últimos días. Por las mañanas el reloj que rige mis agendas me mantiene con el ánimo alerta, por la noche me sumerjo en una tristeza que no sé porqué guardo en los riñones. ¿Acaso tuve ambición de llegar a los ochenta años y tener una visión retrospectiva de mi mundo?

Esta tarde, al practicar asanas, percibo como si mi cuerpo estuviera viejo. Está agotado, adolorido, lastimado. Es víctima de un tratamiento cuasi quimioterapéutico que deberé tomar el resto de mi vida, cual diabético. Y yo tan joven.

No quiero que lo sepan mis padres ni mis hermanos. No por ahora. Lo saben amigos cercanos y amantes valiosos, a los otros no hay voluntad de decírselos. Buscaré compañeros en mi misma condición.

Es otra vida esta vida, como cualquier otra nomás que dependiente de un equilibrio entre la intoxicación y la sobrevivencia. Como la del toxicómano que logra mantenerse en su posición social o que incluso triunfa. Hay gente de todo tipo en el mundo, qué ancho es ahora, desde este rincón.

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