lunes, febrero 04, 2008

Creatividad

La creatividad no se da en maceta. Yo me consideré creativo durante mi adolescencia y temprana adultez, pero la falta de disciplina y la soberbia me derrotaron.

Cuando era inmune al sexo y virgen, me vertía escribiendo cientos de páginas de cuentos y poemas. Mejor prosista que poeta, mejor poeta que narrador. Mis historias era cortas y sin gran anécdota. Plagados de ambientes líricos, la trama se extraviaba y sólo quedaba la descripción de la situación.

Al principio escribía como forma de expresión. Luego vinieron los elogios y comencé a escribir con la intención de complacer a mis lectores. Ocurrió también la crítica implacable de un amigo que fue como un machete que desbroza un terreno donde lo silvestre es un vergel. Me convertí en un páramo. Luego tuve mi primera experiencia sexual y mis escritos se convirtieron en odas al primer amante. Impublicables. A los 23 años comencé a comportarme como si tuviera catorce, o quizá menor edad que la gente de hoy. O mas bien, la gente de todos los tiempos no tiene ese grado de emocionalidad ridícula que yo observé desde los 23 hasta casi llegar a los 30.

Dejé de escribir durante varios años hasta que descubrí la mariguana. Las primeras veces que fumé a solas tomaba un cuaderno y rayaba las hojas. Salían palabras aisladas, oleadas de pensamientos inconexos cuya complejidad sólo yo parecía entender. Poco a poco recuperé el hábito y escribí 4 libros de los cuales solo uno fue impreso como tal, a los 32 años. La desidia y mi estilo de vida me han arrastrado a la esterilidad. Hasta que me mudé a Irapuato y donde, gracias al exceso de tiempo libre y la escasez de entretenimiento urbano, comenzé a escribir en blogs.

Diré qué ahora soy consciente de que la creatividad está ahí, y están las herramientas para escribir, tomar fotografías y hacer clips de video y el medio para publicar. Ya no hay pretextos ni las limitaciones que lamenté cuando tenía 18 años. Es tiempo de actuar.

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