lunes, febrero 04, 2008

Duelo

Los párrafos anteriores son la manifestación de mi duelo por esa vida disipada que antecedió a este estado. El médico internista que revisó mi diagnóstico dijo que pasaria por una etapa de negación, que no ha sucedido. La razón es que nunca hubo ingenuidad cuando fui infectado. Siempre fui consciente. Hubo temor mientras esperaba el diagnóstico, pero una vez que fue revelado una revolución en mi cabeza sucede y conlleva energía, silencio, enajenación, entrega, evasión, furor y acción. Pocas lágrimas, en verdad.

Mi mejor amigo me ha confesado temer a la prueba. Yo le digo que hay que tomar el toro por los cuernos. Mientras viví por dos años en Irapuato no quise hacérmela porque allá no habría tenido acceso a la variedad de servicios médicos que hay en la Ciudad de México y, sobre todo, no habría tenido el apoyo moral ni la cercanía de mis amigos y seres queridos. Fue allá cuando comenzé a tener sospechas de la infección, en invierno de 2006, cuando se me inflamaron levemente los ganglios linfáticos en el cuello. Conté a mi amiga Christina y ella me regaló la primera cucharada de hierbas suecas, un brebaje preparado a partir de extractos naturales que desde entonces bebo todas las mañanas. Las hierbas suecas aliviaron la dolencia y ello me dio tiempo para preparar mi retorno a la Ciudad de México. Invertí mucha energía en ese regreso. En Irapuato tenía demasiado tiempo libre y me hacía falta el estímulo de la ciudad. Los amigos que hice, si bien fueron pocos, son buenas personas que me hacen sentir bien, pero yo necesito la malicia que hay en las grandes ciudades, su aglomeración, la enajenación, su intensidad.

La semana pasada fui a una clínica especializada en HIV. La espera por 3 horas valió la pena. Ahora formo parte de un protocolo de investigación en evolución del virus ya cambio tendré que dar muestras adicionales de sangre y revelar lo más que pueda de mi historia posible de infección a un sicólogo. Tiene ventajas la situación, sobre todo por un monitoreo clínico más profundo y por el costo, que en estos tiempos es algo elevado.

Hace doce años y medio, cuando me hice la prueba por última vez, lo decidió asi porque no quería seguir jugando a una ruleta rusa. Mas bien, haría de cuenta que el único sexo posible sería el seguro y asi pasaron muchos años, sin sobresaltos, hasta que en diciembre de 2004 tuve un encuentro con una persona con quien salí por casi 3 meses y con quien tuve prácticas sexuales de riesgo. Descubrí el placer del sexo sin condón y eventualmente lo práctiqué con varios hombres más, dos en Irapuato y 4 o 5 en Ciudad de México. No podría saber quién de ellos me infectó, aunque también sospecho de un acto accidental, antes de esa fecha, en el que gotas de semen cayeron sobre mis ojos abiertos.

Hace doce años y medio no había tratamiento para la enfermedad y el diagnóstico positivo era casi una condena a muerte. Hoy el panorama ha cambiado a grado tal que los bare backers, homosexuales que practican sexo sin condón, se multiplican en los chats de internet. Los epidemiólogos del HIV predicen que la reinfección continua de un individuo con distintas cepas del virus, aunado a la gran capacidad de recombinación de éste, podría dar lugar a cepas resistentes a todos los protocolos de tratamiento existentes e, incluso, que generara cepas cuya vía de infección ya no fuera sexual.




No hay comentarios.: